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866 No12_El Detalle

EL DETALLE

 

“La materia sigue siendo la misma, pero al ser arañada por la mano del hombre queda la huella de lo que fue, pero también el rastro de lo que quisiera ser. Queda ligada a la mano del artesano que le dio forma y a la aspereza de su pensamiento”.  Luis Moreno Mansilla  (1)

 

Los detalles no son una clase de objetos, una biblioteca de símbolos, o una colección de dispositivos inteligentes. Ellos son la evidencia de una meditación necesaria entre la forma en la que vemos un edificio y la forma en que percibimos un edificio, entre la abstracción y la animación, entre la realidad material y su forma idealizada.

En su mejor versión, el detalle es el resultado del acto consciente de la creación de la parte inconsistente, imperfecta, o excepcional, y aunque a menudo se produce con miras a conciliar las exigencias contradictorias de la percepción que tenemos de un edificio, es probable que termine siendo el acto de hacer estas diferencias más evidentes.

Detallar es el acto de la variación de la distancia. El buen detalle no es típico, sino excepcional; no es doctrinario, sino herético; la continuación de una idea, su terminación y el comienzo de otra. (2)

 Hay varias maneras de entender esta relación entre la parte y el conjunto arquitectónico:

La primera emerge de la idea de que el detalle se vuelve necesario cuando dos partes deben unirse, cuando dos materiales necesitan una articulación, cuando dos partes de un edificio necesitan una conexión o cuando dos condiciones arquitectónicas irreconciliables necesitan mediación. Esta lógica de pensamiento es importante para la arquitectura desde la perspectiva de la construcción, recurriendo a un conocimiento más profundo de los materiales que desembocan en buenas prácticas constructivas. Esto permite entender los procesos constructivos y poder, de esta manera, vincularse de la industria proactivamente, ya sea para continuar según sus reglas o para redefinir sus términos, cosa que la industria por si sola resultaría muy difícil de realizar. Un peligro que encierra este acercamiento es que el arquitecto pueda caer preso del fenómeno fetichista del “deatiling”, donde el detalle, la técnica y los materiales son glorificados y articulados más bien a nivel temático, sin ningún avance en el crecimiento dentro de la disciplina.

 

La segunda juega con la idea de Louis Kahn sobre “lo que un ladrillo quiere ser”. Históricamente hemos visto que esta tendencia que puede ser aplicada en varios ejemplos, desde el efecto del peso soportando en la éntasis de una columna (tectónica) hasta la falta de peso y la abstracción de una torre vidriada (a-tectónica). Aquí la gravedad o la falta de ella es arte y parte del mismo juego, que tiene que ver más con la producción de efectos, que con la expresión de la verdad. En este caso la tectónica está más alineada con los efectos del detalle que con sus requerimientos técnicos.

 

La tercera es como componente generativo, el ADN del diseño. (3)

Aquí el detalle mantiene una relación orgánica con las posibilidades morfológicas de un diseño. El detalle como origen de un sistema arquitectónico.

Esta aproximación crea “áreas”, no momentos y establece grandes órdenes de donde emergen mutaciones, resistiendo una interpretación más estrecha  de su singularidad. Un detalle a manera de sistema que cuando esta combinado con una lógica material, conspira para producir varios y contradictorios efectos arquitectónicos. Su potencial inventivo se demuestra a través de la exacerbación de un criterio: una lógica – un material.

 

Una última mirada es la que plantea al detalle como síntesis conceptual de la obra. Esto nos lleva a aislar, momentos o sistemas, como componentes esenciales que explican la obra. Aquí el detalle trasciende su dimensión constructiva o técnica para pasar al campo de lo conceptual. Esta mirada está presente desde los primeros trazos del proceso proyectual y forma parte de la génesis material de la propuesta. Si bien sabemos que en estos primeros trazos priva la abstracción, destacamos que esta posibilidad de imaginar materialmente el proyecto desde su inicio, poniendo en valor parcialmente un sector, una esquina, un voladizo o aquel componente que vislumbra como decisivo,  permite ir descubriendo una lógica constructiva que como tal irá madurando paralelamente a medida que la propuesta trascienda eficazmente las distintas instancias del territorio, del clima, del programa, de la forma, de la estructura, etc. La lógica constructiva es aquel instrumental que cada arquitecto crea, o del cual se apropia, para conseguir un dominio más fecundo del continuo espacial. Como ejemplo de esta aproximación basta recordar la planta cruciforme de las columnas del Pabellón de Barcelona de Mies Van der Rohe. La sumatoria de perfiles de hierro que fueron necesarias para resolver estructuralmente las columnas del pabellón, quedan envueltas en una piel de acero inoxidable que sintetiza y aliviana el aspecto de estas piezas portantes con el fin de que la cubierta del pabellón parezca flotar. La misma cantidad de piezas podría haber sido dispuesta dando por resultado una columna de planta cuadrada, sin embargo la disposición cruciforme, de los cuatro diedros que la componen,  concentra las aristas, haciendo las columnas más delgadas. El empleo del diedro cóncavo es un recurso de desmaterialización que atiende a la constante búsqueda de la ausencia en la obra de Mies.

 

 

 

  1. Luis Moreno Mansilla, “Sobre la confianza en la materia”, Escritos Circenses, Editorial GG, Barcelona, 2005.
  2. Edward R. Ford, «The Architectural Detail», Princeton Architectural Press, New York,2011
  3. Monica Ponce de Leon & Nader Tehrani, «Office dA», ARQ Ediciones, serie obras,          Pontificia Universidad Católica de Chile, Abril 2005.

 

 

 

 

ATMOSFERA MATERIAL

 

 

El caso de la Biblioteca Leo Falicov y los Laboratorios para XXXX son un fiel exponente del detalle como campo de reflexión material con un claro objetivo común: la unidad visual.

En este sentido reconocemos dos distintas aproximaciones a el detalle como articulador de la parte con el conjunto: la primera, donde el detalle ha sido concebido como una serie de dispositivos para garantizar la “continuidad morfológica” de las propuestas. La cuidada resolución que pone en evidencia las aristas verticales y los esfuerzos por ubicar los desagües de las cubiertas anticipando la resolución de las aristas horizontales son algunas de las operaciones que contribuyen a materializar cada uno de los contenedores.

El tratamiento de las superficies también está influenciado por esta concepción, ya que los detalles desarrollados para resolver la alternancia de distintos materiales (paneles de policarbonato auto portantes, paneles de aluminio, revestimientos de madera) respetan, en un mismo plano, idéntico perfil y filo de terminación.

 

La segunda aproximación está relacionada con garantizar las condiciones de confort y requerimientos técnicos que tienen estas obras en contextos donde el clima presenta condiciones de extrema dureza. La creación de plenos horizontales en el desfasaje de las cubiertas sumado a el tratamiento de antepechos y fachadas con doble piel cumple no sólo con estos requerimientos sino que garantiza la unidad visual interior. El uso de la madera en la piel interior se articula con las vigas laminadas de la estructura y el equipamiento, caracterizando la atmósfera interior. Si bien el tratamiento de la cubierta de la Biblioteca Leo Falicov continúa con esta lógica constructiva, en este caso la pieza flota gracias a que el tratamiento material y constructivo de las fachadas disminuye la presencia visual de los apoyos.