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INTERPRETACIONES TESTIANAS

 

Escribo esta nota desde la ciudad de Tokio, aprovechando una invitación de la Universidad de Ciencias de esta ciudad para realizar un workshop con sus estudiantes. En este segundo viaje tuve la oportunidad de recorre el parque Ueno, zona donde se encuentran los museos más importantes de esta ciudad.  Acompañado por el Dr. Yoshiyuki Yamana (1),  arquitecto profesor de esta universidad y el investigador más destacado sobre la obra de Le Corbusier en Japón, recorrimos juntos el Museo de Arte Occidental que LC construyera en esta ciudad en el año 1939 y la ampliación que realizara el arquitecto japonés Kunio Maekawa varios años mas tarde. Justo enfrente de este museo se levanta la Sala Sinfónica de Tokio, obra diseñada por el mismo KM. La primera sensación cuando uno ve las dos obras frente a frente, y sin tener antecedentes de cuál es la obra de LC, uno podría imaginar que la Sala de Tokio podría ser su obra ya que la composición de este edificio resume una serie de tics corbusieranos muy identificables. El acceso se resuelve a través de una galería y alero de acceso al estilo del Palacio de la Asamblea de Chandigarh, la planta reconoce el ordenamiento y el tratamiento de las fachadas laterares del Convento de La Tourette y asi sucesivamente podríamos ir identificando distintos “piezas” utilizadas por LC en sus edificios todas conviviendo en esta nueva propuesta. Finalmente cuando ingresamos en el interior el “toque oriental”, de sus acabados, nos alerta de que no estamos en presencia de una obra del maestro francés.  Este eclecticismo corbusierano que domina el diseño y la composición de la Sala de Tokio, por suerte, fue abandonado cuando Kunio Maekawa tuvo que realizar el completamiento del Museo de Arte Occidental, y en el resto de su producción dentro del parque Ueno, por una arquitectura más personal sin “cliches”, decididamente alejada de la influencia que LC ejerciera en sus primero años. En este sentido el caso del Banco de Londres de Clorindo Testa es paradójico. Una obra que, junto con la Biblioteca Nacional y el Centro Cívico de Santa Rosa, algunos críticos e historiadores han denominado como de las más corbusieranas de su producción, presenta, a mi criterio y gracias a lo visto en la Sala de Tokyo,  desarrollos absolutamente personales en cuanto a la búsqueda espacial,  compositiva y de lenguaje.

La primera diferencia es que en el Banco de Londres Clorindo Testa no apela literalmente a los “cliches corbusieranos” que a muchos de los arquitectos de la época sedujeron. El desarrolla una serie de piezas que le son propias como las patas de soporte del gran techo, las fantásticas bandejas que cuelgan desde el o los escultóricos núcleos de escaleras.

Otro aspecto es el de la técnica, el Banco de Londres es técnica aplicada en todos sus detalles y decisiones materiales. Desde la original y fantástica lógica desarrollada para resolver los encofrados de las patas exteriores, las losas que contienen los conductos para las instalaciones, formulados dentro de la estructura de hormigón, el alero que cuelga sobre el acceso, pasando por la aplicación de las piezas graníticas en todos los desarrollos de escaleras y núcleos de ascensores hasta el diseño de los pasamanos de madera maciza, que acentúan la dinámica de estas líneas en el espacio. Todas decisiones materiales que permitieron construir este lenguaje inédito en su momento y que ha logrado permanecer a temporal a todas las épocas.

En ocasión de haber visitado el Museo del Libro (Revista 8,66 nro. 14) nos hemos referido a la importancia de la cultura espacial en cuanto al abordaje técnico-proyectual de los trabajos de Clorindo Testa, y en especial en esa obra.

En el Banco de Londres este abordaje es en absoluta armonía con una cultura material, donde su socio Bullrich y todo el equipo de Sepra tienen un aporte significativo, este desarrollo técnico-material definen el carácter de la obra.

En esta obra la cultura del espacio no subestima la importancia de la materialidad sino que  genera una nueva tectónica para transmitir nuevas sensaciones. En este caso este carácter no depende de la forma, ni de una metáfora sino que llama a situaciones, expresiones o interpretaciones absolutamente contemporáneas. Cada vez que algún colega del extranjero viene de visitas a nuestro país y me pide que le muestre las obras de arquitectura argentina contemporáneas más destacadas, inevitablemente una de las primeras a las que recurro es el Banco de Londres. Invito a todos a repetir este ejercicio que pone en relevancia la importancia y la vigencia que esta obra tiene dentro de nuestra cultura arquitectónica.